Capacitación y habilidades blandas en una Institución de Educación Superior pública
en San Luis Potosí, México
Diana Carolina Sánchez Téllez; Adriana Eugenia Ramos Ávila; Miguel Ángel Vega Campos
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Asimismo, el proceso de aprendizaje dirigido a especializarse y a conformar competencias de un grupo de trabajo, tiene como punto de partida el perfeccionar y acrecentar las capacidades individuales. Lo que mantiene la respuesta a la exigencia real de la producción en todos los estratos organizacionales, además de cumplir con las expectativas de los clientes, siendo la capacitación una de las herramientas que ayudan a propiciar y mantener la inercia de mejora en toda la entidad mediante un constante proceso cíclico enfocado al progreso del capital humano (León-Ramentol et al., 2021). Es decir, la capacitación es necesaria e indispensable, para potencializar las habilidades blandas, así como la preparación constante de los colaboradores, con el propósito de enfrentar los desafíos asociados a la recopilación de la información y el conocimiento que coadyuven a consolidar el desarrollo del capital humano; por lo que se deben implementar programas de educación, como instrumentos que contribuyan a incrementar el desempeño de los trabajadores, favorecer el rendimiento, afrontar los retos estratégicos de la organización y los propios de la globalización (Palacios, 2021).
Por otra parte, las organizaciones y las personas, normalmente se enfocan en el proceso del aprendizaje académico que se requiere para ocupar alguna posición de trabajo correspondiente al organigrama, dejando de lado las habilidades blandas definidas como un grupo de actitudes, que hacen más eficiente el desempeño en las relaciones interpersonales y que las corporaciones conservan porque aportan una mayor plusvalía, contribuyen a tomar mejores decisiones y a comunicarse de manera asertiva. En consecuencia, cuando el trabajador llega a un nivel jerárquico de liderazgo surge la necesidad de desarrollar las habilidades blandas para fortalecer el proceso laboral, profesional y personal (Jurado, 2020).
Las habilidades blandas o la inteligencia emocional se dividen en (Rodríguez et al., 2021):
Personales, relacionadas con uno mismo, como la confianza personal (incluyendo la motivación, el compromiso y el optimismo), la conciencia emocional y el aprecio.