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En México, las mujeres son el 52% de la población y representan 40% de la fuerza laboral del país. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO, 2022), cuatro de cada 10 trabajadores son mujeres, esto es, 22.8 millones de mujeres que trabajan en el país.

La brecha salarial se reporta en investigaciones como la de Iparraguirre et al., (2021) quienes afirman que las mujeres se encuentran en desventaja en el mercado laboral, dejando a un lado la ventaja que tienen las mujeres en muchos sentidos, tanto de escolaridad, valores, objetivos bien establecidos, su alta presencia en el resto de la población. Las principales determinantes de la brecha de remuneraciones son: el recurso humano, la discriminación, la segregación, las barreras que existen en las empresas para que las mujeres no puedan ocupar un puesto de alto nivel, la clasificación y la autoselección. Partiendo de este marco teórico se establecen variables que apoyan el modelo cuantitativo que muestra el comportamiento de las variables económicas.

La metodología utilizada en la obtención de las brechas netas de salario se basa en un modelo de ecuación corregida por Heckman. Los principales resultados asocian una brecha salarial de género a la discriminación en todo el país. Además, la desigualdad depende de la zona, es decir, la desigualdad urbana es menor a la rural (Iparraguirre et al., 2021).

El marco analítico propuesto sugiere que las discrepancias en la productividad entre empleados formales e informales podrían relacionarse, además de las particularidades individuales, con la utilización variada del capital en diversas empresas. En esta perspectiva, la presencia de salarios diferentes para empleados con rasgos similares se justificaría por elementos que dividen el mercado laboral, tales como la falta de información completa o precisa, la existencia de salarios mínimos, los gastos asociados con la movilidad laboral o la ubicación geográfica (Barco y Vargas, 2010).