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para el momento en que los recursos no renovables sean físicamente escasos y lograr que el impacto se minimice en la capacidad de la tierra (Pearce, 1993 citado por Foladori & Tommasino, 2001). Esta posible sustitución de recursos se explica como una variable más para la sustentabilidad, por lo cual la insustentabilidad no es de origen técnico (Foladori & Tommasino, 2001).

En 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, Brasil se retoma la denuncia de la falta de responsabilidad de las empresas con su efecto de deterioro al medio ambiente, optando la Organización de las Nacionales Unidas (ONU) y la Organización Internacional de Estandarización (ISO) en crear una red internacional para certificar y apoyar financieramente a empresas ambientales (De la Rosa, 2009).

Para ese momento las empresas han materializado a la sustentabilidad como acciones remediales como el reciclaje de basura, empaques y productos, adoptando el concepto de eco eficiencia en las organizaciones, como una opción de actuar con sentido común y ser amigables con el medio ambiente utilizando indicadores para medir la sustentabilidad de la producción, la calidad, los empleos y la obtención de ganancias (Veleva Vesela & Ellenbecker, 2000).

El enfoque de eco eficiencia se adopta en los 90 ’s, adoleciendo de limitaciones prácticas, por la ambigüedad de las políticas económicas ambientales, la incapacidad funcional de las organizaciones, la existencia limitada de tecnologías verdes de producción y las prácticas de libre mercado que anteponen el precio a la eficiencia ambiental (Ney Steven, 1999), y dan lugar a una cultura empresarial defensiva.

De esta manera la cultura empresarial medioambiental introduce rutinas y políticas organizacionales para reducir la presión social, considerando una reingeniería de los procesos con tecnologías ambientales, en el marco de reglamentos y leyes de manejo de residuos, reciclaje de desperdicios y control o eliminación de tóxicos (De la Rosa-Leal, 2009).